miércoles, 9 de enero de 2013

Ganancias - Negociación Salarial y Un Debate de Fondo

GANANCIAS

Negociación salarial y un debate de fondo

En materia laboral hay dos hitos fundamentales del proceso político que inició Nestor Kirchner y prosigue Cristina Fernandez de Kirchner, que funcionan como señal de un rumbo a seguir.
    El primero fue la derogación de la denominada “Ley Banelco” porque, simbólicamente  -más allá de sus efectos jurídicos- implicó la determinación de avanzar firmemente contra la herencia de la década del 90, así como contra la flexibilización y precarización laboral.

    El segundo hito es la recuperación de la negociación colectiva, esta última como eje fundamental de la regulación democrática y bilateral de las relaciones laborales en un contexto de recuperación del poder sindical y de la clase trabajadora.

    A partir de ello se ha generado la “costumbre”, el sano hábito de la negociación salarial en forma regular y anual, dejando expresamente aclarado que, por supuesto, la negociación colectiva no se agota con la obtención de un acuerdo salarial. Lo cierto es que este año es un año muy particular para este ejercicio.

    El mismo se encuentra cruzado por dos cuestiones que operan hacia el interior de la negociación: ganancias y elecciones de medio tiempo.

    En el contexto actual, si bien ha nacido como una preocupación del sector sindical, el “Impuesto a las Ganancia” también empieza a serlo del sector empresario, en los términos que si no hay una respuesta a ello por parte del Estado, la presión que ejerce ese tributo sobre una porción cada vez más importante de los asalariados se deriva como pauta para el pedido salarial o con salidas compensatorias del mismo hacia la patronal.

    Por lo tanto los empresarios, también ven con buenos ojos que haya una pronta salida al tema “ganancias”, inclusive en forma previa a que se inicien las negociaciones salariales.

    Sin embargo la pregunta es: ¿Es ganancias la cuestión o solo parte de ella? Un retoque en el mínimo no imponible implicaría simplemente una modificación, que como tal habría que ir renovando para mantener.

    Sabemos que cuando esto ocurre estamos a expensas de los vaivenes, no solo internos sino externos. Como ejemplo, este año 2012 no hubo “modificación” y producto de ello el impuesto a las ganancias -que es un tributo progresivo- empieza a perder ese carácter para empezar a contener cualidades regresivas.
    ¿Es ganancias la cuestión o solo parte de ella? Un retoque en el mínimo no imponible, implicaría simplemente una modificación, que como tal habría que ir renovando para mantener.

    Por ende, lo importante no es tanto el retoque del mínimo no imponible, sino hacer una mirada estructural al sistema impositivo argentino, porque solo de esa manera se pueden compensar los ingresos que el Estado deja de percibir y necesita para mantener y expandir un círculo virtuoso que implique más y mejor redistribución del ingreso.

    En un año electoral plantear un debate de este tipo no está exento de riesgos, pero los riesgos son parte importante de la consolidación de un proyecto nacional y popular.

    La redistribución del ingreso tiene varios canales de penetración y el sistema impositivo es uno de ellos. Los trabajadores en particular y la sociedad en general, más allá de la afectación de intereses que algunos sectores van a “sufrir”, se verán beneficiadas si esta comunidad va hacia un nuevo sistema tributario progresivo.
    Las dos puntas de la reforma deberían ser Ganancias e Iva.

    Desde la perspectiva de este última la generalización de la bancarización de todos los trabajadores y la devolución del IVA, vía tarjeta de débito, de los bienes de la canasta básica para los sectores populares no pueden quedar de lado en una reforma de este tipo.

    Para compensar ello las medidas de recaudación fiscal podrían ser la creación – en algunos casos restablecimiento – de los siguientes impuestos:

    Impuesto a las transacciones financieras.
    Impuesto a la renta minera.
    Redimensionamiento de la estructura impositiva de todo el sector rural – agropecuario (valor de tierras, retenciones, renta potencial de la tierra).
    Impuesto a la transmisión gratuita de bienes.
    Rediscutir el Impuesto a la Herencia aumentando porcentajes.

    Sin dudas una reforma de este tipo disminuiría presiones inflacionarias, racionalizaría las demandas salariales e iría, indiscutiblemente, a favor de profundizar la redistribución del ingreso,

    Los trabajadores y sus organizaciones gremiales debemos pensar también estratégicamente porque no sólo el reclamo salarial logra aumento de nuestro poder adquisitivo. Hay políticas “indirectas” como la reforma tributaria que pueden proyectar un impacto mayor en el ingreso, incrementando el salario real, más que un aumento nominal de salarios. 

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