En la década del
90 el sindicalismo sufrió una encrucijada parecida, quizá “más justificada”
porque el liberalismo hizo su ascensión fue de la mano del triunfo del Partido
Justicialista en las elecciones de 1989.
Está claro, de
todas maneras, el sindicalismo no puede apoyar ningún gobierno, cualquiera
fuere el signo político, que ejecute políticas liberales.
Este tipo de
políticas siempre golpean a los sectores populares y como consecuencia de ellos
a los trabajadores.
Sin embargo, un
sector importante del sindicalismo ha quedado atrapado en una telaraña que
ellos mismos fabricaron de la cual no pueden, ni saben salir.
Las críticas
acérrimas al kirchnerismo - muy poco justificadas – volcaron a ciertos
sindicatos a apoyar – en algunos casos en forma implícita y otros en forma
explícita – a la candidatura de Mauricio Macri, inclusive a algunos dirigentes
como Hugo Moyano que de mucha importancia en la resistencia al gobierno liberal
que encaró en aquel entonces Carlos Menem.
Gremios
enrolados en la CGT
– no todos – “luchaban” contra la “terrible cuestión ganancias”, mientras que
en la actualidad a pesar de los índices de desempleo; las suspensiones que se
suceden a diario: el veto a la ley de antidespidos; el aumento las tarifas de
los servicios públicos; el inflación que prácticamente se duplicó; la salarios
que día a día pierden poder adquisitivo, aún están pensando si van a hacer una
medida de fuerza.
Una respuesta
muy anticipada a esto la dio en su momento el Secretario General de la Asociación Bancaria ,
Sergio Palazzo – insospechado de ser Kirchnerista – cuando le preguntaron por
quien se inclinaba Scioli o Macri y el mismo contesto: “Prefiero seguir
discutiendo ganancias con la continuación de este gobierno y no puestos de
trabajo y rebajas salariales con Macri”.
Esto no era
premonitorio, sino una simple observación de la cuestión política.
Hoy el
Secretario General de la
Asociación Bancaria lidera lo que se ha dado en llamar
Corriente Federal de los Trabajadores; más el Núcleo del MTA, aunque con
algunas bajas como Guincheros; Dragado y Balizamiento; Camioneros, entre otros.
Este conjunto de
sindicatos – Asociación Bancaria incluida – es la verdadera oposición sindical
al modelo liberal. Asimismo esta corriente tiene lazos con ambas CTA, lo que es
de vital importancia para los trabajadores, puesto que desde el sector que se
enfrenta a las políticas de pauperización de los sectores populares se está
forjando una unidad en la acción.
Ahora bien, la
conducta que reflejan los sindicatos que han quedado atrapado en la encrucijada
macrista, implican varias consecuencias:
1)
Por un lado se están cavando su
propia fosa puesto que ante el panorama político actual y su posible proyección
pueden verse sobrepasados por las bases o van a producir el desánimo de las
mismas, cualquiera de estos resultados –por causas diferentes- hacen mella
negativa en esas organizaciones sindicales.
2)
Ponen en duda el modelo
sindical argentino, no porque este no sea – según mi punto de vista – el mejor
modelo de acumulación de la fuerza y potencia conflictiva, sino porque las
conductas de los dirigentes hacen que, para la opinión pública y para aquellos
que no están consustanciados con lo que implica el modelo sindical y su
filosofía interna – conducta y modelo se identifiquen a pesar que es una identificación
irreal.
3)
El posible ascenso del
sindicalismo trotskista. Este no es malo por sí mismo, pero las experiencias
históricas como las de SITRAC Y SITRAM por ejemplo, tienen como resultado la
proliferación de sindicatos por empresa y la desconcentración de la fuerza de
los trabajadores.
Ello
que mal se llaman sindicatos clasistas, en el fondo, atentan contra la fuerza
de los trabajadores, precisamente, por la desconcentración o descentralización
sindical.
Además
un problema grave de los sindicatos comandados por trotskistas es que los
conflictos son a todo o nada y si el conflicto no llega a buen puerto los daños
para los trabajadores son inmensos. La negociación, prácticamente, no es una
opción.
El
daño que está haciendo este sindicalismo cuya tela de araña ha sido de su
propia arquitectura y en la que ha quedado atrapado es más que importante.
Queda
planteado así con conflicto macro – intersindical del cual depende el futuro de
los trabajadores y por ende del país.
Esta
puja se encuentra dada entre el sindicalismo enmarañado y el sindicalismo que
responde a las demandas populares.
Hay
una gran oportunidad si el conflicto se decanta hacia estos últimos que van
dando pequeños pero constantes pasos para ganerse el apoyo de la mayoría de los
trabajadores en el ámbito macro – estructural.
Si
el sindicalismo que prevalece es el enmarañado tendrá que ser con los
dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes, sino el futuro será
muy aciago o con una conflictividad desorganizada.
Black Canary
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